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Hacienda no somos todos

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Mayo 2024 / 124
Los ricos no pagan IRPF
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Hasta el propio José María Aznar, ex inspector de Hacienda y hombre poco sospechoso de progresismo en materia tributaria, reconoció en enero de 1998, siendo presidente del Gobierno, que con el sistema fiscal español, “los ricos no pagan impuestos”. Es una idea con la que es difícil no estar de acuerdo en vista de la amplia gama de recursos de que disponen las rentas más altas para aliviar su carga fiscal, algunas permitidas por el sistema y otras directamente ilegales.

Este libro arranca con una afirmación descorazonadora: casi medio siglo después de la entrada en vigor de la Constitución, no puede decirse que se cumplan los principios de igualdad y progresividad que deberían inspirar nuestro modelo fiscal, recogidos en el artículo 31.1. Sus autores, dirigentes del Sindicato de Técnicos de Hacienda (GESTHA), inician así un repaso a la vez didáctico y crítico de la evolución del sistema tributario español, acompañado de pautas para una reforma mil veces aplazada.

A su juicio, son múltiples los motivos por los que el actual modelo impide avanzar hacia una sociedad más igualitaria. Estos son solo algunos: 1) el excesivo peso de los impuestos indirectos, como el IVA, con relación a los directos; 2) la menor tributación de las rentas del capital con respecto a las rentas del trabajo; 3) el alto grado de fraude; 4) las amnistías fiscales; 5) la competencia a la baja de algunas comunidades autónomas; 6) una presión fiscal inferior a la de los países más avanzados de la UE; 7) un código penal benévolo con el evasor; 8) una economía sumergida estimada en el 23% del PIB, y 9) la escasa conciencia tributaria de amplias capas de la población.

Un ejemplo de la pérdida de progresividad e igualdad del modelo tributario español es la bajada del tipo máximo del IRPF desde su creación, en 1978. Tras acercarse al 70% en la década de 1980, durante la década siguiente se redujo en 10 puntos porcentuales y siguió descendiendo hasta el 47% vigente. La llamada dualidad del IRPF — la existencia de dos tarifas distintas según se trate de rendimientos del trabajo o de rendimientos del capital— también ayuda a las rentas altas a contribuir menos.

Dos mantras

La utilización de empresas —a veces sin medios materiales, sin empleados y sin actividad— es una de las formas más habituales de eludir por completo el pago del IRPF o de reducir su tributación. Una figura especialmente controvertida —la favorita de muchas grandes fortunas españolas— son las llamadas sociedades de inversión en capital variable (SICAV), que tributan al 1% en vez del 25% del impuesto de sociedades.

Los autores echan por tierra dos dogmas neoliberales: que subir impuestos reduce la recaudación y que la progresividad del sistema tributario es un lastre para el crecimiento económico. En su opinión, el reto que supone la  transición digital y climática hace necesaria una reforma fiscal que aumente la recaudación— obligando a pagar a los más pudientes y a las grandes empresas—, equipare a España en presión fiscal y en gasto social con los países de nuestro entorno y ayude a cumplir, por fin, los principios de justicia fiscal establecidos en la Constitución.