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Siervos engañados

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Marzo 2024 / 122
Ilustración Darío Adanti

Ilustración
Darío Adanti

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¿Recuerdan Working Class Hero? Fue una de las primeras canciones de John Lennon tras la separación de los Beatles. La escribió en 1970, hace más de medio siglo. Traduzco con ciertas libertades una de las estrofas: “Os tienen drogados con la religión, el sexo y la tele. Y os creéis tan listos, y desclasados, y libres. Pero en mi opinión seguís siendo putos campesinos”. Lo de “campesinos”, teniendo en cuenta las distintas acepciones de “peasant” en inglés, podría sustituirse por “siervos”.

Más de medio siglo, decíamos. Y el truco sigue funcionando. De hecho, funciona mejor que nunca. Ya obraba su magia a principios del siglo XX: Henry Ford pagaba a sus obreros cinco dólares diarios, el doble que otros empresarios. Con esos cinco dólares diarios, el obrero podía comprar uno de los automóviles que fabricaba, pero no acumular capital. El resultado era brillante. Ford vendía muchos coches y el obrero, una vez sentado al volante, creía haberse convertido en otra cosa, en alguien de mayor estatus: un ciudadano de clase media, casi un burgués. Es decir, alguien temeroso de perder sus privilegios.

A partir de la década d 1980, el neoliberalismo añadió una floritura al truco. Al tiempo que hacía desaparecer la clase media logró implantar la idea de que casi todos éramos clase media.

Consideremos la definición clásica de Max Weber: la clase media debe conjugar un cierto nivel económico (capital suficiente como para invertir, aunque no para poseer los grandes medios de producción, o una habilidad profesional muy bien retribuida), una cierta influencia social (la clase media decide el resultado de las elecciones, etcétera) y un prestigio que la aleja del anonimato obrero.

Viajes baratos, drogas recreativas

La definición sigue siendo válida. Quien tiene que hipotecarse de por vida para adquirir una vivienda, quien depende del jornal o el salario para vivir (y carece de recursos propios cuando pierde ese ingreso), quien debe hacer esfuerzos para dar una buena formación académica a sus hijos (aunque un título universitario ya no valga gran cosa para ascender en la escala social), no es clase media. Es clase obrera. Eso sí, clase obrera con infinitos medios para entretenerse, sean viajes baratos, sean teléfonos móviles cargados de chucherías, sean plataformas audiovisuales, sean drogas recreativas.
Putos siervos entretenidos, en resumen.
¿Qué pasa cuando uno asume que es lo que es? Cada cual puede comprobarlo a su manera. Como mínimo, deja de engañarse a sí mismo, lo cual no es poco.